Reseña: Cinder, de Marissa Meyer

¡Buenos días!
Como buena trasnochadora aplicada, he aprendido a compaginar mis labores blogueros, así que hoy amanezco pronto para traeros la reseña de Cinder, de Marissa Meyer, una apuesta de lo más interesante.

¿Y si el destino de la tierra dependiera de una sola chica?

Cuando Cinder conoce a Kai, el príncipe de Nueva Pekín, el mundo está patas arriba.

Una plaga mortal está causando estragos entre la población del reino, y los científicos trabajan contrarreloj para encontrar una posible vacuna. Tras la infección de Peony, la hermanastra y única amiga de Cinder, esta se ve obligada a trasladarse al hospital para participar como voluntaria en las pruebas médicas que está llevando a cabo el misterioso doctor Erland, unas pruebas a las que ningún otro participante ha sobrevivido.

Pero, para sorpresa de todos, Cinder saldrá con vida?

Y no solo eso: en el hospital se descubrirá un secreto de su pasado que podría cambiar el futuro del mundo?

Y unir a Cinder y Kai de forma inesperada.

Por muy increíble que sea, o por mucho talento que tenga, Cinder no deja de ser eso: una simple ciborg manitas que arregla aparatejos electrónicos. La gente le mira mal tanto a ella como a su familia por ser una ciborg. Y es que años atrás, según lo que le han contado, sufrió un accidente para convertirse en lo que es – un algo que no se puede considerar completamente humano. 

Muy a lo Cenicienta, tenemos a su querida madrastra, que, cómo no, se lleva todo lo que ella gana, y lleva una vida algo compleja, discriminada, sin poder formar parte de una sociedad a la que, en otras circunstancias, podría pertenecer sin problema alguno.

Su vida cambia, sin embargo, cuando una grata y especial visita llega a su taller. Y es que Cinder se topará con el mismísimo príncipe Kai, que necesita que le arregle su androide –al parecer algo esencial por la importante información que contiene-. Además, pronto se verá involucrada en otros asuntos relacionados con la Leutomosis, una peligrosa enfermedad que ha afectado a un miembro de su familia.

Opinión personal (sin spoilers)

    Debo confesar que mi infancia transcurrió con una madre adicta a las pelis de Walt Disney; sí, sí, esos cuentos aparentemente almibarados, pero en los que el protagonista siempre es un pobre desdichado aunque acaben con final feliz; así que en cuanto tuve entre mis manos el preciosísimo ejemplar de Cinder, supe que no podría dejar de leerlo hasta llegar a aquello de “y fueron felices y comieron perdices”. 

    Pero no, queridos; ni Cinder es una simple versión futurista de Cenicienta, ni el final es al que nos tienen acostumbrados este tipo de relatos.

Aunque tenemos madrastra mala y explotadora y dos hermanastras, zapato pie y baile  y un príncipe en busca de esposa, Cinder contiene muchos más elementos de otras historias que me han hecho adorar a Marissa Meyer.

La historia ambientada en Nueva Pekín, los kimonos, la cena con palillos y la fiel androide Iko, me hacen ponerle a Cinder el rostro de Mulán (y esta, al ser mi princesa Disney favorita, ha conseguido que le coja todavía más cariño a nuestra pequeña Cinder).
Tenemos también una reina malvada (la Reina Lunar  Levana), con maléficos poderes, y una curiosa relación con los espejos, algo que, no sé por qué, también me recuerda a cierta historia.
Pero, paradójicamente no puedo evitar, cuando pienso en Cinder, recordar a Nemo, con su aletilla deforme pero una férrea voluntad en conseguir sus objetivos.
Ojo: esto no significa que la historia no esté basada en Cenicienta, ni que el hecho de que vaya en kimono signifique que esté basada en Mulán. Es básicamente que hay guiños a distintos cuentos, cosa que hace de Cinder una historia más especial aún. 

Y si de cine hablamos, y de madre nacida en 1970 (espero que no lea esto, que si lo ve me mata jiji) cómo no evocar Star Wars, con Iko como C3PO y el androide del príncipe Kai, como R2D2, albergando información importante. 

Pero eso es cualquier parecido con el siglo pasado, porque, Cinder es una novela juvenil, que podría encuadrarse en un género tan actual como es el de la distopía. Y como toda distopía que se precie,  tiene su pandemia que asola a la humanidad, la leutomosis y la  búsqueda de su cura, con un brillante tratamiento, tanto de la parte científica como de la tecnológica.

Pues todo ello, aunque al principio el ritmo sea algo lento, logra una trama de acción que va en aumento y desgrana secretos de nuestra protagonista (aunque algo previsibles) que van a derivar hacia un inesperado final. Final abierto (¡oh, no!) y que dista mucho de parecerse al de los cuentos. No hay perdices, y ni siquiera un colorín colorado, porque, definitivamente, las Crónicas Lunares no han acabado.

Nota final: